MONTEJO DE ARÉVALO. Hace hoy 533 años.

En plena disputa por ser Rey de Castilla, los hermanastros Enrique y Alfonso mantenían todo tipo de rivalidad y enfrentamientos por conseguir dicho título.

Enrique, conocido como Enrique IV de Castilla accedió al trono y fue proclamado legítimo Rey en 1454 al día siguiente de la muerte de su padre el Rey Juan II en la ciudad de Valladolid. Enrique tenía 24 años. Un año antes, en 1453 había nacido su hermanastro Alfonso.

Durante casi 11 años Enrique IV reinó sin grandes discordias. Pero llegó el día en el que el caldo de cultivo generado por intereses de poder y económico, en el acto conocido como la Farsa de Ávila, Alfonso fue proclamado Rey, Alfonso XII de Castilla, por parte de un sector del clero y nobles en el año 1465, tan sólo tenía 11 años. Siguieron meses de guerras, pactos, cesiones territoriales, nombramientos nobiliarios con sus respectivos derechos, etc.

Pero al respecto que nos ocupa, tras la batalla conocida históricamente como la Segunda Batalla de Olmedo en agosto de 1467 en la que ambos contendientes, Enrique IV y Alfonso XII se proclamaron vencedores, el Papa Paulo II ordenó a Antonio de Veneris, Nuncio en Castilla y obispo de León, que dialogase con ambas partes y así evitar derramar más sangre y sufrimiento al pueblo.

Es cuando el 13 de diciembre se celebra una reunión en Montejo de la Vega (hoy de Arévalo) a la que asistieron los Nobles, Obispos y Arzobispos con más poder en ese momento. Poco se pudo hablar, ya que las crónicas cuentan que Enrique días antes había influido en el Nuncio y éste lo mostró en sus primeras palabras en la reunión con el consiguiente malestar de los afines a Alfonso. Al grito de apelamos, apelamos de los partidarios de Alfonso provocaron que el Nuncio pusiera pies en polvorosa y de no ser por el arzobispo de Toledo y el Maestre de Santiago mal le hubiera ido.

¿Por qué en Montejo tan importante evento?. Por lógica, ya que hasta el momento no hay información que lo aclare, es que los partidarios de Alfonso estaban concentrados en Arévalo y los de Enrique en Olmedo, Montejo es un punto intermedio.

Tampoco hay datos de en qué lugar de Montejo. Supuestamente al ser convocado por la Iglesia, podría pensarse que sería en un lugar cómodo al Nuncio, la Iglesia. Aunque era un pueblo muy pequeño, no más de 50 vecinos contaba con dos iglesias, la actual Santo Tomás Apóstol y la desaparecida San Miguel.

Asistentes a destacar: el todo poderoso Maestre de Santiago, Beltrán de la Cueva, arzobispo de Toledo, arzobispo de Sevilla, conde de Paredes, de Luna, Alonso Enríquez, Pedro de Hontiveros y Juan de Alcocer entre otros. Montejo lleno de nobles con sus caballeros, estandartes, báculos, casullas, cruces, etc. Boñigas por todos los lados.